jueves, 16 de mayo de 2013


Tenía este post comenzado y obviamente no lo voy a acabar porque me da una pereza tremenda y estoy en medio del gran dilema sobre si mi tesis se inclina más hacia el positivismo o anti-positivismo. Aún así lo publico, porque total no me lee nadie y lo mismo me da que me da lo mismo.

Me enervo. Joder, muchas veces me siento obligada a odiaros. Voy a contar una historia.


Mi casa es ese tipo de lugares en donde no encuentras el Hola sino el Burda y el Patrones. Quizá ahí empezara todo. O quizá cuando empecé a analizar el comportamiento humano y a odiarlo.  Me gusta la moda. Y me gusta desde dos puntos de vistas muy dispares;

  1. $. Sí. Hay gente suficientemente idiota como para poder hacer negocio de ello. Quizá la sociedad en general. La moda, las tendencias, las revistas, los blogs, el marketing, querer ser diferente y morir en el intento, todo eso es negocio y yo siempre me he querido aprovechar de ello. De verdad, Dios bendiga las tendencias y demás bobadas. Os voy a sacar los dineros que da gusto. 
  2. Me fascina. El arte que hay detrás. Ese sobre el que rara vez hacen reportajes o dedican portadas en renombradas revistas. La cultura escondida detrás de cada firma, las señoras que están detrás de la máquina de coser vestidas con ropa antigua y desgastada mientras todos a su alrededor viven la farándula de la moda. 

NL.

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